miércoles, 6 de junio de 2007

Compró pasaje de ida y vuelta


Debo confesarme ante todo, un ferviente seguidor de Cipolletti. Quizás en los manuales mas estructurados de periodismo clásico, mi parcialidad a la hora de relatar lo que pasó el domingo 3 de junio no esté en los parámetros normales del cuarto poder. Pero las ganas de escribir son mas fuertes que un montón de hojas apiladas en un estante.

16 de Abril de 2006. PASAJE DE IDA. Cipolletti participaba del Torneo Argentino A (Tercera División) visitaba a Paz Júnior de Córdoba y solo necesitaba de un empate para mantener la categoría. La derrota por un gol, estiró la agonía. La tristeza y la alegría se presentaron equidistantes, a solo doce pasos. El albinegro convirtió solamente dos de los cinco penales y quedo condenado a abandonar una categoría de la que había formado parte durante diez torneos.

3 de Junio de 2007. PASAJE DE VUELTA. La historia es totalmente distinta. Cipolletti esta culminando una fantástica campaña en el Argentino B donde tuvo que cruzarse con equipos clásicos de la región como Deportivo Roca, Alianza de Cutral-Co e Independiente de Neuquen. Atrás han quedado ellos, hoy es el dia en el que esta todo dado para que cipo retorne a la categoría que nunca debió haber abandonado. Es que Cipolletti afronta, en la Visera de Cemento, el partido de vuelta por la final del torneo contra el equipo bonaerense de Racing de Olavarría.
Las mayoría de las entradas se vendieron por anticipado, más de 10.000 almas blanquinegras esperan con ansiedad el desarrollo del encuentro. Solo un puñado de hinchas viajo desde Olavarría hasta la ciudad Rionegrina, permanecen agazapados detrás del arco, casi inmóviles y silenciados, como deslumbrados ante el impresionante marco.
La gente de Cipolletti no para de cantar y alentar, los papelitos tiñen, primero el aire y luego el suelo, de blanco y negro. El partido no es nada del otro mundo, el local sale a atacar desde el primer minuto y luego se repliega un poco y trata de tener mas la pelota. El gol llega a los doce minutos, ¿cuando no?, de la mano, o mejor dicho de la cabeza del “loco” Padua. El 9 albinegro cabecea después de un milimétrico centro de Ibáñez desde el carril izquierdo. Las gargantas sangran, Cipolletti necesita ganar por un gol para forzar los penales y ganando por dos se asegura el ascenso, pero cada uno de los hinchas (incluso los olavarrienses) saben de la fortaleza que cobra el albinegro en su cancha, el objetivo no parece difícil.
En la segunda parte, el albinegro se planta de otra forma en la cancha, le cuesta más hacerse con la pelota y manejarla con claridad, sin embargo Racing llega en ocasiones aisladas a generar riesgo en el arco del “Oreja” Ruiz. Desde las tribunas, el grito de “Va a volver, va a volver, Cipo va a volver” se hace oír cada vez con mas frecuencia y potencia. El segundo gol y el pasaje de vuelta al Argentino A llega por el mismo camino que el de ida de aquel 16 de abril, de penal. El autor de este segundo gol es, nuevamente, Oscar Padua, quien se toma revancha por aquella triste mañana Cordobesa (había errado su penal frente a Paz Juniors).
El publico explota definitivamente, la Visera de cemento vibra, se paraliza y vuelve a vibrar. Cada hincha albinegro se abraza, mira el cielo, se despierta de esa pesadilla de mas de un año, se siente en el aire, despierto, mas vivo que nunca.
El partido se torna excitante desde ese momento, Racing de Olavaria no se quería quedar con las manos vacías y estaba a solo un gol de acceder a los penales. Los bonaerenses se desesperan y se largan decididamente al ataque, el encuentro se vuelve poco vistoso, pero apasionante.
Algunos hinchas interrumpen el partido por algunos minutos, montados en la cúspide del alambrado, revoleando sus remeras y gritando. El cronometro del arbitro vuelve a funcionar, las 10.000 personas pronuncian al unísono esas gloriosas dos palabras: DALE CAMPEON. El arbitro adiciona 5 minutos al tiempo reglamentario, expulsa al arquero del visitante por una durísima falta y luego adiciona dos minutos mas. El “nuevo” arquero resigna sus labores de “guardametas” y se convierte en un delantero mas, la desesperación es ambigua, por un lado aquellos que no quieren que el tiempo se diluya, por el otro, toda una ciudad que espera el pitido final.
El ascenso se concreta, la gente grita, llora, patalea. Algunos miran inmóviles desde las tribunas, asombrados, otros se abalanzan sobre el alambrado e ingresan al campo de juego. Toda una ciudad se vistió de gala, toda una ciudad se empapó de fiesta. Cipo compró boleto de ida y vuelta.


foto: www.cipopasion.com.ar

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